Sistema de cuidados: una conciliación entre la esfera privada y la esfera pública

La vida esta dividida en dos partes la privada y la pública. La privada se refiere a lo doméstico y familiar. Incluye actividades como la limpieza y mantenimiento del hogar, la cocina, el cuidado y la crianza. La pública se refiere a los espacios y actividades que toman lugar fuera del hogar como el ámbito económico (vida laboral, producción y consumo de bienes y servicios) político (toma de decisiones, participación electoral, implementación de leyes), creación de conocimiento, ciencia entre otros. Históricamente las mujeres han sido confinadas a la esfera privada, mientras que la pública ha estado dominada por los hombres.

Lo anterior ha dado lugar a una división sexual del trabajo que, a su vez, crea una dicotomía jerarquizada (dominante/sumiso, poderoso/débil, productivo/reproductivo, visible/invisible, independiente/dependiente, valioso/desvalorizado). Esto genera desigualdades, ya que hay ciertos roles que son considerados más relevantes que otros. Por un lado, la vida pública se ha considerado más importante y valiosa que la privada, ya que se asocia con el poder, la autoridad, el liderazgo, la productividad y el rol de proveedor. Por otro lado, la vida privada se percibe como un espacio de menor prestigio, ya que actividades como limpiar, cuidar y criar se dan por sentadas e incluso llegan a ser consideradas "habilidades naturales o instintivas" de las mujeres. También, debido a que no "producen" o "generan capital", son poco valoradas, y en consecuencia, invisibilizadas. 

Gracias a los movimientos feministas las mujeres han logrado integrarse, poco a poco, a la vida pública. Aunque los hombres aún predominan en esté ámbito, hoy en día las mujeres tienen más oportunidades de participar activamente en esa esfera y esto ha sido un gran avance. Sin embargo, persiste una desigualdad en la participación igualitaria en ambas esferas. La vida privada sigue siendo vista como responsabilidad exclusiva de las mujeres, lo que genera que ellas tengan que participar tanto en lo privado como en lo publico, mientras que los hombres solamente en lo público y muy poco o nada en lo privado. Esto representa una carga de trabajo desproporcionadamente mayor para las mujeres y obstaculiza la equidad de género.

Hay mujeres que no solo están sujetas a una jornada laboral remunerada, sino que también tienen que cumplir con labores domésticas y de cuidados, a esto se le conoce como la doble o triple jornada. Mientras que muchos hombres solo deben encargarse de su trabajo y, al llegar a casa, encuentran comida en la mesa, la alacena llena, ropa limpia y un hogar limpio y ordenado, las mujeres suelen enfrentar una realidad completamente distinta. Después del horario laboral deben llegar a casa a hacerse cargo de las tareas domesticas y de crianza en caso de tener hijos.

Mantener una doble o triple jornada no es fácil, y por eso, muchas veces las mujeres se ven obligadas a elegir entre dedicar su tiempo a la esfera pública o a la privada. En general, tienen dos opciones:

  •  Contratar a alguien, usualmente otra mujer, que se encargue de las labores domésticas y/o solicitar ayuda a un familiar para el cuidado de niños, adultos mayores, personas enfermas o dependientes

  • Abandonar el trabajo remunerado y dedicarse por completo al cuidado.

Es común escuchar historias sobre mujeres que destacan en lo corporativo, lo académico o lo político, que se ven obligadas a pausar o abandonar estas áreas como resultado de querer maternar o tener que cumplir con la responsabilidad de cuidar a otros.

Para que todas las personas puedan participar de forma igualitaria en ambas esferas sin importar su género, es importante conciliar la esfera pública con la privada. Existen diversas medidas que pueden contribuir a esto. Por ejemplo, para fomentar mayor participación de los hombres en la esfera privada se pueden implementar licencias de paternidad más extensas y jornadas laborales más cortas. Asimismo, la creación de un sistema de cuidados contribuiría a reducir y redistribuir la carga de trabajo doméstico, aliviando a las mujeres de asumirla de forma exclusiva.

Un sistema de cuidados se refiere a una serie de políticas, servicios e infraestructuras destinadas a apoyar el cuidado de personas dependientes como infancias, adultos mayores, personas con discapacidades y personas enfermas. Este sistema va más allá del ámbito familiar y busca redistribuir las tareas de cuidado entre el Estado, el mercado y la sociedad, esto con el fin de promover la igualdad de género y mejorar la calidad de vida de todas las personas.

Construir un Sistema de Cuidados es una tarea compleja. Primero que nada, es importante que el trabajo de cuidados sea reconocido como una labor fundamental para el funcionamiento de la sociedad. Este reconocimiento permitiría que el cuidado se entienda como un derecho: todas las personas tienen derecho a ser cuidadas, a cuidar y al autocuidado. Si bien la principal responsabilidad recae en el Estado, ya que es el garante de que este sistema sea integral y sostenible, la corresponsabilidad es un factor clave en la construcción de políticas y programas de cuidado. Es trabajo de todos contribuir a este sistemas, porque nos concierne a todos. El cuidado es la base de la sociedad y sin el no prospera. Por lo tanto, diversos actores como las instituciones, las empresas y las comunidades deben reconocer el valor del trabajo de cuidados e implementar medidas e instrumentos que reduzcan la carga sobre las mujeres y lo distribuyan equitativamente entre todos. 

Un ejemplo de cómo las comunidades e instituciones pueden contribuir a la redistribución del trabajo de cuidados es el siguiente

Un ejemplo de como las comunidades e instituciones pueden contribuir a la reducción del trabajo de cuidados es el siguiente:  en el Segundo Foro Interinstitucional: Mujeres en las instituciones de educación superior, la ciencia y la tecnología, el Instituto Mora compartió que muchas mujeres comentaban que, durante el periodo vacacional de sus hijos, la carga de cuidados se intensificaba. Con el objetivo de aliviar esta carga, en el verano del 2024, la institución decidió llevar a cabo un curso de verano con diversas actividades dentro de sus instalaciones en el que académicas y personal podían llevar a sus hijos. Este esfuerzo fue un éxito y tienen la intención de replicarlo en el futuro. Lo anterior demuestra que, si desde nuestras comunidades, empresas e instituciones comenzamos a reconocer el trabajo de cuidados y escuchamos las necesidades de las mujeres, es posible idear diversas medidas que contribuyan a la misión de reducir y redistribuir este trabajo. 

En este mismo foro, Rubén Hernández Duarte, perteneciente a la coordinación para la igualdad de género del Centro de Investigación de Estudios de Género (CIEG), compartió algunas condiciones para el autocuidado y el bienestar de su personal, que podría implementarse principalmente en universidades e instituciones educativas, pero también en otros espacios:

Para el autocuidado

  • Descansos

  • Tiempo de ocio

  • Mayor flexibilidad en horarios laborales

  • Desconcertarse una vez que termine la jornada laboral

Para el cuidado

  • Licencia y permisos para el personal y el alumnado. Esto no implica sólo extender los días o tiempo de las licencias, sino también los supuestos, es decir, no siempre se va a necesitar cuidar de una infancia, puede ser a un progenitor, una pareja, un enfermo etc.

Accesibilidad

  • Implementar espacios para que niñeces puedan acceder

  • Accesibilidad para personas con discapacidad

Espacios de cuidado

  • Sanitarios para todos los géneros

  • Cambiador de pañales en todos los baños

  • Salas de lactancia

  • Insumos para la menstruación digna

  • Espacios de juego para infancias

  • Espacios de descanso y recreativos 

Pedagogía de los cuidados

  • ¿Cómo crear conocimiento tomando en cuenta los cuidados?

  • ¿Cómo incorporar los cuidados en la lógica curricular?

Esto implica reconocer que, en universidades e instituciones educativas, no sólo las académicas y el personal pueden ser madres, sino también el alumnado. Es necesario repensar esta organización curricular considerando esta realidad, de manera que se promueva un entorno más inclusivo y de apoyo a quienes asumen esta responsabilidad.

Otro factor fundamental para la construcción de un sistema de cuidados, a parte del de la corresponsabilidad, es el tema legislativo y de financiamiento. En la conferencia "Desafíos cotidianos de las personas cuidadoras: hacia el reconocimiento del cuidado como derecho humano", la Dra. Leticia Huerta Benze destacó la importancia de cuestionarse lo siguiente: 

  • ¿Qué instancias gubernamentales deberían encargarse de implementar el derecho al cuidado?

  • ¿Qué cambios legislativos se deberían hacer?

  • ¿Quién financiaría este sistema?

En México el derecho al cuidado aún no se reconoce como un derecho a nivel nacional y, mucho menos a nivel regional, por ello, como sociedad civil, hay que exigirle a los funcionarios públicos que reconozcan este derechos. Asimismo, es fundamental que escuchemos a las personas cuidadoras para entender sus necesidades y poder mapear sus demandas. En cuanto al financiamiento, este es un desafió complejo pero fundamental. El informe Financiamiento de los sistemas integrales: propuestas para América Latina y el Caribe, explora diversos modelos de financiamiento como rentas generales y seguros (los cuales se obtendrían principalmente de la recaudación de impuestos generales). Sin embargo, el documento señala varios problemas asociados con estos modelos, por lo que resulta necesario pensar en enfoques que vayan más allá de las fuentes tradicionales. Tal es el caso de los fondos solidarios, los cuáles combinan diferentes fuentes de recursos como aportes de trabajadores, empleadores, jubilados, rentas generales y pagos individuales. Estos fondos se basan en la lógica de una solidaridad socioeconómica e intergeneracional que puede garantizar sostenibilidad y acceso universal a los servicios de cuidado. 

Un sistema de cuidados podría permitir que todas las personas, sin importar el género, participen de igual forma en ambas esferas y así lograr conciliar la esfera pública con la privada. Conseguir un sistema de este tipo es una tarea compleja pero no imposible. No nos quedemos de brazos cruzados, informémonos más sobre este tema y propongamos medidas desde nuestros espacios - escuelas, universidades, empresas, colonias, entre otros- para contribuir a la reducción y redistribución de los trabajos de cuidados y a al diseño de políticas y programas que sumen a la construcción de un sistema integral de cuidados. 

Si te gustaría profundizar más sobre los temas discutidos en el Segundo Foro Interinstitucional: Mujeres en las instituciones de educación superior, la ciencia y la tecnología, puedes consultar el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=SQeQ6NkWYNU

Si quieres conocer más sobre lo que mencionó la Dra. Leticia Huerta, puedes consultar su conferencia "Los desafíos que enfrentan las personas cuidadoras en México", impartida por el CIEG, en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=oG5fuvC2YlE

Natalia Godínez

Internacionalista e investigadora con enfoque en estudios de género. Tiene experiencia y conocimientos en derechos humanos y migración.

Busca aportar una mirada crítica y comprometida con la transformación social.

Siguiente
Siguiente

La salud mental es colectiva